Me quedo congelada. ¿Qué puedo hacer? ¿Tengo alguna opción? Por supuesto que no. Me pongo una bata y me dirijo hasta a la puerta del jardín (que en realidad funciona como mi puerta de entrada). Abro y me encuentro con el jardinero. Esperando eludir la situación pregunto inocentemente "¿Sí, en qué puedo ayudar?". El jardinero suelta una risotada y va directo al grano. "¿Te gustaron las fotos?".
Estoy abatida. No tengo un plan de escape. Parece que estoy en sus manos. Él es lo suficientemente educado como para decirme que su nombre es Des, y también es lo suficientemente educado como para decirme que debo hacer lo que él diga y que no tengo otra salida a menos que quiera que los vecinos reciban un correo con mis fotos.
Me explica que va a llevarme hasta el fondo del jardín, pero que yo iré en la posición de la carretilla, con él sujetándome de las piernas. De esa forma cubriremos los veinte metros hasta el fondo del jardín en donde hay un escondite aislado. Pero, los veinte metros intermedios pueden ser vistos sin dificultad desde todos los otros pisos. Entonces, cuanto más rápido me mueva, menos posibilidades hay de que los vecinos me descubran; y, si tengo suerte, nadie andará merodeando por el jardín.
Me despojo de la bata. Des se ubica detrás de mí y yo me recuesto en el suelo, boca abajo. Puedo sentir mi verga latiendo y me doy cuenta de que la situación me excita. Des me ordena abrir las piernas y las levanta para que yo descanse sobre mis manos, rodeando su cintura con mis piernas.
Solo en calzones rosados y sin nada más encima, rezo para que nadie esté mirando y salimos. Trato de mover las manos rápidamente, pero como todos sabemos, eso no funciona. Mis brazos colapsan y mi cara literalmente se zambulle en el césped. Recupero la posición y continuamos hasta que finalmente cubrimos los veinte metros.
Ya estamos en el lugar apartado del jardín, en donde nadie puede vernos. "Calzones afuera", ordena Des. Obedezco y me paro frente a él en completa desnudez. Mi pene realmente no sabe qué hacer, así que por ahora cuelga inerte. "¿Ves el color de estos calzones?”, dice Des. “Sí: rosa brillante. Así se verán tus nalgas después de que haya terminado contigo. A través de la ventana vi lo que estabas mirando, así que pensé que podría alegrarte el día".
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